Bosque de los Espejos

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Bosque de los Espejos

Datos de la ruta ...

Dificultad: Básica
Época recomendada: Otoño
Apta para niños:

La ruta “Camino asentadero Bosque de los Espejos” es una ruta circular que une las localidades salmantinas de San Martín del Castañar, Las Casas del Conde y Sequeros a lo largo de unos 9 km.

Recomiendo usar como “campamento base” el pueblecito de la Alberca. Sin duda es uno de los pueblos con más encanto de nuestra comunidad y me atrevería a decir que de todo nuestro país. No en vano fue el primer municipio español en ser declarado Monumento Histórico-Artístico.
Observar sus peculiares y endémicas casas, perdernos por sus estrechas calles y tomarse un café en la plaza, no tiene precio, os lo aseguro.

En cuanto a la ruta, comenzaremos desde San Martín del Castañar, situado a tan solo 15 minutos (12km) de La Alberca. Otro precioso pueblo que merece un paseíto de esos en los que nos gusta entrelazar las manos en la zona baja de la espalda mientras miramos algún ventanuco o balcón desbordado de macetas.

Lo mejor para encontrar el principio de la ruta es preguntar a algún amable lugareño, que nos indicará encantado por dónde ir, e incluso es probable que nos acompañe algunos metros deseándonos un bonito paseo por el bosque (aunque él esté pensando, “esto huele mínimo a esguince grado 3”)

Al ser circular podremos elegir la dirección en que vamos a realizar la ruta. Los astrofísicos más reputados recomiendan tirar una moneda de 100 pesetas al aire y decidir la dirección a cara o cruz, o incluso, si somos más intrépidos y amantes de las experiencias extremas, jugárnoslo a “piedra, papel o tijera”, pero eso ya bajo vuestra responsabilidad.

Lo “normal”, según los carteles informativos, es enfilarnos primero hacia la localidad de Sequeros. Todo este tramos discurre por un precioso bosque bastante frondoso en según qué zonas.

Vaya por delante decir que durante toda la ruta iremos descubriendo múltiples esculturas de carácter modernista de diferentes autores, por lo que, si en un momento dado vemos una puerta abierta que da a la nada en medio del bosque, un aguja gigante atravesando y cosiendo una gran roca o sentimos que decenas de ojos de búhos de metal nos observan, no será necesario concertar cita con el Psicólogo más caro de la ciudad una vez volvamos a la civilización para solucionarlo. Simplemente, están ahí.

Ya en Sequeros, podremos parar para descansar y recuperar las pocas calorías que hayamos quemado con algún zumito y alguna buena bolsa de Pelotazos mientras observamos el Humilladero del pueblo.

Nuestro siguiente objetivo se llama “Las Casas del Conde”; este tramo es prácticamente al completo en bajada y nos veremos rodeados de gran cantidad de helechos… y más búhos de metal.

Camino en la ruta del bosque de los espejos
Bonito árbol en la ruta del bosque de los espejos
Camino del bosque de los espejos

Una vez lleguemos a esta localidad recomiendo de nuevo preguntar, ya que creo recordar que solo hay un cartel informativo respecto a la ruta y no resulta difícil pasar a su lado sin verlo (sobre todo si prefieres perseguir una mariposa dando saltitos con sonrisa de idiota en lugar de buscar el susodicho cartel como es mi caso).

Desde aquí el camino cambia. Es bastante más abierto y tendremos vistas más generales de toda la Sierra de Francia. Recomiendo ir probando las delicias que nos ofrece el camino, ya que por este tramo encontraremos bastantes árboles frutales mirándonos a los ojos, ofreciéndonos y casi metiéndonos en la boca alguna manzana, alguna pera, alguna mora o algún racimo de uvas. Si eres de los que no sabe decir que no, esta vez merece la pena aceptar; te dan fruta y nadie te coloca un ADSL o un seguro dental que no necesitas.

No tardaremos mucho en llegar de nuevo a San Martín del Castañar y dar por terminado nuestro paseo.
Por supuesto, sería casi obligatorio volver a la Alberca y comernos un buen secreto ibérico o un chuletón para recuperar el resto de calorías que hubiéramos podido quemar, no sea que vayamos a volver con déficit de reserva energética y nuestros michelines, criados y cuidados para la supervivencia extrema, corrieran peligro.

Además, como diría el mismísimo Pablo Neruda “En La Alberca se come putamadre”.

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